El 24 de marzo se recuerda el XXVIII aniversario del martirio de Monseñor Oscar Romero. Su vida es testimonio de seguimiento del Señor que implica compartir su vida, su misión y su muerte. Su amor le empujó a combatir las causas de la pobreza y del sufrimiento, para así erradicarlo, lo que le conllevó riesgo, persecución y muerte. A continuación publicamos un texto de Monseñor Oscar Romero y una canción de Domingo Pérez “Los mártires de la andadura del pueblo”
“La historia de la Iglesia católica está llena de mártires y
también en la actualidad profesar la fe cristiana
en varias partes del mundo requiere del heroísmo del martirio”.
Papa Benedicto XVI
(Celebración de San Esteban, primer mártir de la Iglesia).
El Resucitado vive en la Iglesia
Ahora, hermanos, a la luz de esta verdad ¡qué fácil es comprender las tres lecturas que se han hecho hoy! Yo titularía este comentario de hoy así: El resucitado vive en su Iglesia. La historia de la resurrección que estamos considerando en estos días es el testimonio fundamental, esencial, de una Iglesia apostólica. La resurrección de Cristo es el título que la Iglesia muestra al público para justificar su pretensión de ser ella un instrumento de la salvación del mundo. ¿Por qué? Precisamente lo que aparece en las lecturas de hoy: el Cristo revivido insufla en la Iglesia naciente su espíritu: "Como mi Padre me envió, así os envío", dice el evangelio de hoy. Y soplando, como el soplo del Génesis cuando a aquel ser de barro Dios sopla el espíritu de vida, Cristo que es Dios, insufla toda su misión de redención al mundo en este organismo que El ha creado: "Como mi Padre me envió yo os envío".
Y en aquel soplo El interpreta: recibid el Espíritu Santo, a los que perdonaréis les queda perdonado: la misión de la Iglesia; entonces, ha nacido como en un nuevo paraíso: Adán despierta inteligente, libre, capaz de amar, imagen de Dios; la Iglesia despierta de aquel sueño de Pentecostés como una nueva creación. Eso son ustedes, hermanos que me escuchan y meditan conmigo. Eso somos la Iglesia, el nuevo ser que lleva el soplo de una vida que no va a morir nunca, de una vida de resucitado.
Pero para comprenderlo, distribuyo mi pensamiento en estas dos ideas: lº.) Cristo vive; 2º) Cristo vive no sólo en su cielo sino en su comunidad de creyentes en la tierra.
Y en aquel soplo El interpreta: recibid el Espíritu Santo, a los que perdonaréis les queda perdonado: la misión de la Iglesia; entonces, ha nacido como en un nuevo paraíso: Adán despierta inteligente, libre, capaz de amar, imagen de Dios; la Iglesia despierta de aquel sueño de Pentecostés como una nueva creación. Eso son ustedes, hermanos que me escuchan y meditan conmigo. Eso somos la Iglesia, el nuevo ser que lleva el soplo de una vida que no va a morir nunca, de una vida de resucitado.
Pero para comprenderlo, distribuyo mi pensamiento en estas dos ideas: lº.) Cristo vive; 2º) Cristo vive no sólo en su cielo sino en su comunidad de creyentes en la tierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario